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Información de Salud Para Padres
Muchos hemos escuchado historias de niños pequeños testarudos que aguantan la respiración deliberadamente hasta que la piel de su cara se vuelve azulada. Estas historias pueden parecer anécdotas divertidas de la fase de rebeldía de los dos años, pero para los padres de estos niños, no resulta tan divertido.
Los espasmos de sollozo pueden ser aterradores para los padres. En los espasmos de sollozo, los niños contienen la respiración hasta desmayarse. Este fenómeno, que puede ocurrir en niños sanos entre los 6 meses y los 6 años, es más frecuente hacia los 2 años.
Aunque puede ser inquietante para los que los presencien, los espasmos de sollozo no son perjudiciales y no representan ningún riesgo serio para la salud. Un espasmo suele durar apenas unos segundos hasta que el niño recupera la conciencia y su respiración normal.
En la mayoría de los casos, los espasmos de sollozo pueden preverse e incluso evitarse una vez se identifican las causas que los provocan, y a la edad de 5 o 6 años normalmente los niños ya los han superado.
Los espasmos de sollozo difieren en las causas y en sus características:
Los dos tipos de espasmos provocan que los niños dejen de respirar y pierdan la conciencia durante hasta un minuto. En los casos muy extremos, los niños pueden sufrir convulsiones. Tener una convulsión no significa una lesión a largo plazo ni que el niño tenga el riesgo de desarrollar un trastorno de convulsiones.
Por lo general, usted no tiene que hacer nada cuando su hijo tiene un espasmo de sollozo. Su hijo debe quedarse recostado hasta que el sollozo termine.
Si su hijo se desmaya durante un tiempo breve, mantenga la calma y haga lo siguiente:
Los niños que sufren de espasmos de sollozos por lo general comienzan a respirar en un minuto.
Llame al 911 si su hijo permanece azul o si deja de respirar por más de un minuto.
Si éste es el primer espasmo de sollozo de su hijo, solicite asistencia médica. Aunque los espasmos de sollozo no son perjudiciales, a veces pueden ser un signo de algún problema de salud no detectado y se debería verificar que no sea el caso.
La mayoría de los espasmos de sollozo son una respuesta a una emoción fuerte (como enfado, miedo o frustración), pero algunos están provocados por problemas de salud, como un trastorno convulsivo, arritmia cardíaca o una anemia por deficiencia de hierro. Si se tratan estos problemas se puede reducir la frecuencia de los espasmos de sollozo.
Si se descarta la existencia de algún otro problema, el médico puede ayudar a los padres a descubrir qué es lo que ha provocado el espasmo del niño, como evitar futuros espasmos y cómo actuar si se vuelven a producir.
Una vez los niños desarrollan mejores habilidades para enfrentar las situaciones difíciles, suelen superar los espasmos de sollozos. Pero mientras tanto, los padres pueden encontrarse con un reto mayor que ser testigos de estos episodios: encontrar una manera de educar al niño para que no se provoque otro espasmo.
Su pediatra puede contribuir a lograr este delicado equilibrio ayudándoles a usted y a su hijo a encontrar mejores estrategias para enfrentar estas situaciones. Intente no ceder ante las rabietas y el comportamiento obstinado; los niños pequeños necesitan límites y normas para sentirse seguros y mantener un equilibrio emocional.
Con la experiencia, valor y la ayuda de su pediatra, aprenderá cómo actuar cuando se produzca un espasmo de sollozo y a proporcionar a su hijo un ambiente seguro y estructurado hasta que supere los espasmos.
Las despedidas llenas de llantos y rabietas son habituales en los primeros años de la vida de un niño. Aunque la ansiedad de separación es perfectamente normal en el desarrollo de un niño, puede ser inquietante.
Las rabietas pueden ser frustrantes para cualquier padre. Pero, en vez de verlas como pequeños desastres, trate las rabietas como oportunidades para educar.
Controlar las explosiones de rabia puede ser difÃcil para los niños. Intente ser paciente y tener una actitud positiva, y tenga presente que desarrollar esta habilidad puede requerir tiempo, aunque casi todos los niños son capaces de mejorar con el apoyo adecuado.